EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL
BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS
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Óscar Martínez
Profesor contratado y doctor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés (URL)
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| Ficha de experto
27.05.21
La accesibilidad es un derecho básico y universal reconocido desde hace décadas por leyes y convenciones internacionales. Promover el diseño para todas las personas mejora la calidad de cada una de ellas sin excepción.
El diseño universal de las ciudades, los edificios, el transporte o la comunicación en todos los ámbitos de la vida son algunos de los aspectos fundamentales para conseguir un entorno en igualdad de condiciones para todos y todas. La accesibilidad permite a las personas poder participar de nuestra sociedad en igualdad de condiciones.
Las administraciones, los gobiernos o el ayuntamiento de tu población tienen la obligación de garantizar que las calles estén diseñadas de tal manera que todas las personas, con diversidad funcional o sin ella, puedan disfrutarlas con total seguridad. Estos organismos también son responsables de evitar cualquier discriminación relacionada con la accesibilidad en el transporte público y en todos los servicios y espacios que ofrezca la ciudad.
Algunos elementos, como los coches estacionados en zonas peatonales, las motos aparcadas en las aceras estrechas o cualquier objeto situado contra la fachada de los edificios —como carteles de locales o también plantas—, además de incumplir las normativas de accesibilidad, generan situaciones de auténtico peligro para personas ciegas impidiendo que se relacionen con su entorno de manera activa, autónoma y segura.
Por otro lado, el transporte es uno de los espacios donde más discriminación se observa con más frecuencia e incluso podríamos decir que continuamente. Aunque hemos avanzado notablemente en este aspecto, debemos seguir insistiendo en que las personas deben poder realizar cualquier actividad de manera autónoma, sin necesidad de ayudas externas, y, sobre todo, que puedan desenvolverse de la forma más normalizada posible.
Por ejemplo, la entrada y salida a las instalaciones de metro o tren deben diseñarse para ser utilizadas por todas las personas y no de forma diferente según sean los condicionantes de movilidad de cada usuario o usuaria. No hay que olvidar, además, que cualquier acción de entrada y salida debemos poder realizarla de manera autónoma sin depender de terceras personas.
Las ciudades han ido mejorando en la accesibilidad de sus calles, pero espacios como los parques infantiles también deben construirse desde la perspectiva del diseño para todas las personas porque no hacerlo de esta manera genera discriminación de algunos niños y niñas. Además, unos parques poco inclusivos crean un relato sesgado de la realidad porque hacen creer a los niños y niñas que el ser humano solo puede jugar y, por lo tanto, funcionar de una determinada forma.
Una de las dimensiones de la accesibilidad menos conocidas es la accesibilidad cognitiva, es decir, la que se refiere a la planificación de espacios y servicios que resulten comprensibles. Por ejemplo, si te pierdes con facilidad en un edificio convendrá incorporar elementos de accesibilidad cognitiva que, además, mejorarán la experiencia de todas las personas.
La accesibilidad cognitiva también se implementa en la escritura de textos para que puedan ser entendidos por todo el mundo. Una práctica que puede servirnos, de nuevo, a todos y a todas para comprender más fácilmente unas instrucciones o cualquier otra información, como puede ser un programa electoral, sin ir más lejos.
Mirad, hay una cuestión muy importante, la accesibilidad es como una cadena donde cada eslabón representa cada una de las partes de tu recorrido desde que sales de tu casa hasta llegar a destino. Pues bien, solamente conseguiremos una accesibilidad real si cada uno de esos eslabones cumple escrupulosamente con todas las normas de accesibilidad. Eslabones que van desde que sales de tu casa, hasta que llegas a destino y viceversa.
Y es que de nada sirve que una estación de tren tenga ascensores para recorrerla o rampas reglamentarias, si la vía por donde sale tu tren se anuncia con apenas un minuto de antelación y, por lo tanto, con poco margen para poder llegar a tiempo.
Para ir finalizando, una de las ideas que también hay que recordar es que construir espacios o servicios accesibles en general no es más caro si lo hacemos desde el inicio. Justamente las complicaciones vienen cuando no se ha tenido en cuenta este derecho universal y hay que hacer adaptaciones que, normalmente, no tienen la misma calidad que si se hubiera contemplado la accesibilidad desde el principio.
En definitiva, quienes diseñan las ciudades, los edificios, los autobuses o cualquier otro elemento deben de hacerlo pensando en todo el abanico de maneras de funcionar que ofrece la diversidad humana. Y es oportuno que lo hagan porque cuando se diseña para todas las personas se facilita el uso de esos elementos o de cualquier otro espacio público a todas las vecinas y vecinos.
La accesibilidad y el diseño universal nos aportan la riqueza de experimentar un mundo real donde todas y todos podemos encontrarnos y reconocernos en el cine, en el teatro, en las escuelas, en el transporte público y en nuestras ciudades pudiendo vivir en igualdad de condiciones.
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